BRILLO GLAMOROSO, LOCURA DELICIOSA

Brillo glamoroso, locura deliciosa

Brillo glamoroso, locura deliciosa

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Lo glamoroso usualmente nos remite a personas brillantes, gafas gigantes y carros que desafían semáforos. Detrás de lo evidente, hay factores que hacen que estas criaturas resalten como luces fosforescentes en medio de una noche sin luna. Primero, está el estilo. No es seguir modas, sino apropiárselas hasta que parezcan propias. Puede que decidas usar algo tan peculiar como un pañuelo frutal, y mágicamente todos quieran comprarlo. ¿Suerte? Claro que no. Número dos: cómo se mueven, su lenguaje no verbal. Si has notado a alguien que avanza por la calle como si estuviera en Fashion Week bajo tormenta, posiblemente hayas conocido a uno. Hay algo fascinante en cómo avanzan: parece que bailan con la brisa sin que se les mueva un cabello (¿qué spray usan?).


Pasión en lo rápido, secretos en lo delicado


Algo crucial: glamour y dinero no siempre se llevan de la mano. Hay quienes no pueden pagar un postre, pero saben combinar un suéter viejo con una bufanda floreada y parecen salidos de una revista francesa. Por dentro, estos personajes no solo llevan brillo exterior. Suelen poseer opiniones potentes, gustos sofisticados o al menos curiosos, y una habilidad sobrenatural para esquivar diálogos monótonos. Si te atreves a contarles algo sin chispa, te devolverán una ceja levantada que puede tumbar tu autoestima putas bogotá sensuales en segundos.

Dentro del universo de los glamorosos, cada objeto tiene un pasado. El sombrero heredado de una tía que una vez estuvo en París, el esmalte verde limón que usó para llorar una ruptura, o el perfume que no se consigue en tiendas, pero que siempre huele igual a "misterio con canela". Lo interesante es que muchas veces, sus vidas parecen sacadas de un guion no revisado. Sus vínculos son pasionales, sus viajes sin mapa y su humor... terapéutico. Hay algo casi poético en la forma en que enfrentan el caos. ¿Se les escapó el tren? Siguen caminando como si estuvieran protagonizando un videoclip europeo. ¿Tropiezan? Se levantan con gracia teatral y dicen: “la calle me quería cerca”. Sus hogares también merecen mención especial. Poseen objetos decorativos que no hacen nada… excepto verse increíbles en stories. Hay libros estratégicamente colocados que probablemente no han sido abiertos, pero hacen juego con el florero.En su baño flota un aroma constante a lavanda, y los espejos siempre devuelven autoestima… salvo los lunes. Sus amores duran lo que un esmalte de oferta, pero se sienten como guiones dramáticos con lluvia y close-up. Cuando todo acaba, las lágrimas son finas, los gestos medidos y el sonido de fondo perfectamente editado.

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